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“Un buen moton de matanza….”

“No habrà paz ninguna. En todo momento durante toda nuestra vida, habrà muchîsimos conflictos con formas mutantes por todas partes del mundo. El conflicto violento harà las planas de los periôdicos, pero las luchas culturales y econômicas seràn las màs constantes y en definitiva las decisivas. El papel de facto de las fuerzas armadas estadounidenses serà mantener el mundo como un lugar seguro para nuestra economîa y un espacio abierto a nuestro dinamismo cultural. Para conseguirlo estamos dispuestos a perpetrar un buen montôn de matanzas. [a fair amount of killing]” Comandante Ralph Peters in “CONSTANT CONFLICTS”, verano 1997.[print_link]

En Iraq, la guerra actual es la primera a gran escala que tiene por envite la acceleraciôn de la mondializaciôn de la reproducciôn del capital. Los vestigios de las dos guerras mundiales que habîan organizado la época acaban de desaparecer, todos los polos competidores de la accumulaciôn capitalista estân brutalmente redefinidos en su relaciôn con los Estados Unidos (EEUU).
DESDE LA DERROTA DEL MOVIMIENTO OBRERO HASTA LA REESTRUCTURACIÖN Y LA GUERRA

La guerra actual impone, a escala planetaria, el contenido y la forma de la relaciôn de explotaciôn capitalista tal como salida de la reestructuraciön nacida de la derrota obrera de los principios de los anos setenta. Para los Partidos Comunistas como para todas las formas de izquierdismo, de asambleismo y de autonomîa; desde la Revoluciôn alemana hasta Mayo 68 y el otono caliente italiano, pasando por la Guerra Civil espanola, se trataba siempre, para el proletariado de hacer valer una reorganizaciôn de la sociedad sobre la base de su potencia adquirida en la sociedad capitalista. No todos los bueyes eran pardos, empero todos pacaban del mismo prado. Las mismas modalidades de reproducciôn del capital confirmaban esta potencia como movimiento obrero y identidad obrera que encontraban su màs solido asiento en los convenios elaborados a nivel nacional, donde, de manera màs o menos coherente, se concluîa la accumulaciôn del capital. El proletariado era la clase del trabajo asociado y, como tal, subvertîa las formas de apropriaciôn y de explotaciôn de este trabajo asociado que se revelaron entonces como limitadas A las demandas de sacrificios para “salir “de la crisis”, habîa contestado ligero que la obligaciôn del trabajo asalariado sôlo merecîa reventar. La clase capitalista respondiô al desafîo que constituîa este gran movimiento de revueltas obreras. De la derecha a la izquierda de la clase capitalista, se trataba pues de hacer tabula rasa con todos los obstàculos que impedîan la fluidez de la explotaciôn y de su reproducciôn. Contra el previo ciclo de lucha, la reestructuraciôn ha abolido toda especificaciôn,todo estatus, “welfare”,convenio fordiano, divisiôn del ciclo mundial en âeras nacionales de accumulaciôn, en relaciones fijas entre centro y periferîa, en sectores de accumulaciôn interna (Este/Oeste) El movimiento obrero ha desaparecido mientras que la identidad obrera se ha vuelto un folclore de moda. La extracciôn de plusvalîa en su modo relativo tenîa, en esta reestructuraciôn, en esta lucha de clases, que trastornar constantemente y abolir toda traba en lo que al inmediato proceso de producciôn se refiere, la reproducciôn de la fuerza de trabajo, la relaciôn de los capitales entre ellos. Hoy en dîa, este proceso no comporta ningûn elemento,ningûn punto de cristalizaciôn, ninguna fijaciôn que pueda constituir una traba para su necesaria fluidez y al trastorno contante necesitado. Con estas caracterîsticas, la reestructuraciôn es mundial y crea un mundo a su imagen. El mundo no es un cuadro fijo. En este sentido, la mundializaciôn no es una extensiôn planetaria, sino una estructura especifica de explotaciôn y de reproducciôn de la relaciôn capitalista. La crîtica de la mundializaciôn no puede ser un punto de partida de la crîtica del modo de producciôn capitalista. Un mundo nuevo surgiô de la reestructuraciôn de la relaciôn de explotaciôn. Donde prevalecîa una localizaciôn acoplada de los intereses industriales, financieros, y de la mano de obra puede ahora instalarse una disyuncciôn entre valorizaciôn del capital y reproducciôn de la fuerza de trabajo. De un lado las fracciones o segmentos del ciclo mundial global del capital crean un “supermundo” al nivel de las inversiones, del proceso productivo, del crédito, del capital financiero, de la circulaciôn de la plusvalîa, del cuadro competidor. De otro lado, “los de abajo” tienen derecho a una asistencia compasional y los “màs abajo aun” a las misiones humanitarias. En estas condiciones, uno puede sôlo pretender formar parte de esta fuerza de trabajo comprada a vida contra un ingreso social miserable y por eso mismo individualmente y transitoriamente explotada a màs bajos costos. Esta precarizaciôn uniforme de la reproducciôn de una condiciôn salarial de màs en màs desvalorizada conlleva la amenaza de ser echados hacia el cîrculo inferior. En este cîrculo es “el infierno terrenal”; “el mundo de abajo” de la miseria y del exodo rural, de la economîa submergida de sobreviviencia, los campos de refugiados. Los espacios modernos del sufrimiento televisual ensenan a los ciudadanos la necesidad de los aparatos de control y de seguridad que manejan esos flujos humanos mediante la exclusiôn y la injusticia ordinaria.
GUERRITA BARBARA CRECERA [1]

En este nuevo mundo, va instalândose por todas partes un sistema preposicionado en estrecha conformidad entre la organizaciôn de la violencia y la de la economîa que va borrando la distincciôn entre operaciôn de policia y guerra. Por la favelas de Brazil, las cârceles de EEUU, los suburbios de las grandes metrôpolis, las zonas francas de China, los entornos petroleros de la Caspiana, por Cisjordania y Gaza, la guerra policial se ha vuelto regulaciôn social, demogrâfica, geogrâfica, de la gestiôn, de la reproducciôn, y de la explotaciôn de la fuerza de trabajo. La represiôn es permanente, no en todo los sitios, pero posible en todo lugar: intervenciones punetazo(opérations coup de poing), misiôn de pacificaciôn forzada, misiôn policial, misiôn humanitaria. Se trata de una cuestiôn global: ingresos lîmites para sobrevivir, amenaza de muerte de masas de individuos echados hacia las urbes por el destrozo de la agricultura, desechos despuês del uso y exterminados por los paramilitares o los parapoliciales. El espacio de este nuevo mundo capitalista no es sino la reproducciôn a todos las escalas ( mundo,continentes,âeras regionales,paises,metrôpolis, barrios) de este infierno y de su organizaciôn concéntrica. La explotaciôn y su reproducciôn organizan una geografîa en donde cada territorio reproduce (mise en abîme) la jerarquizaciôn mundial. Era ya el caso con la organizaciôn clâsica de la selva americana, de sus ciudades y de sus ghettos, de sus suburbios limpitos, de sus Disneylandias. a cada nivel de escala, se codean y articulan: un centrosobredesarollado; sectores constelados de focalizaciones capitalistas de màs o menos densidad; sectores de crisis y de violencia directa que se ejerce contra unos vertederos sociales, mârgenes, ghettos, una economîa submergida de trâfico de hombres y mujeres controlado por diversas mafias. Si Trotski definîa al fascismo como Al Capone con modales propios del gran capital, hoy en dîa esta formulaciôn debrîa trastocarse invirtiêndola, dentro de estas nuevas articulaciones del espacio social el gran capital es quien ha tomado modales de Al Capone. Las mafias que representan la ûnica rama del capital internacional que maneja tanto el capital financiero como la violencia local permanente son pues los aliados naturales de los gobernadores de provincia que emprenden guerras baratas, guerritas de conquista, guerras de vecindad llevadas hasta la etnizaciôn y comportando matanzas y limpieza étnica como medios rutinarios de tratar los excluîdos. Nunca se trata de formatar un espacio virgen sino de una historia. El zonage es movidizo, la lucha de clases lo modifica, transformândo los niveles de inserciôn, es un marco en el que se desarolla y que construye simultaneamente(las empresas se van de Indonesia donde la mano de obra estàmuy cara para el Vietnam). Es este un marco que se debe imponer contantemente por ser constituido por las mismas luchas de classes, pudiendo momentâneamente volver a nacionalizarse, buscando como en el caso de Brazil a crear de nuevo accomodaciones al nivel jerârquico asignado por la totalidad. Las luchas de clases moldean y vuelven movidiza esta decomposiciôn/recomposiciôn, imponiendo a cada espacio mârgenes de maniobras y creando para cada territorio posturas de diferenciaciones. En mismo tiempo la clase capitalista y sus fracciones locales imponen mundialmente un poner en forma espacial de la explotaciôn. Después de las guerritas bàrbaras de Kosovo, de Timor, De Colombia, Panama, Somalia, Bosnia, Ruanda, Zaïre, Afganistan, la guerra actual es la primera, a gran escala, que tiene como objeto el poner en forma de esta nueva economîamundo global que es el espacio construido por la reestructuracciôn del modo de producciôn capitalista.

LO QUE SE JUEGA EN IRAQ No hay màs Cuestiôn de Oriente [2] Israel es, en Oriente Medio, la punta de lanza, un verdadero modelo de la formaciôn de un tal espacio econômico y social. Por su existencia misma, como corte geogrâfico en el mundo àrabe, incitando al fraccionamiento religioso, esterilizaciôn de los recursos en el esfuerzo militar y poste avanzado militarizado que ha permitido castigar inmediatamente toda tentativa de autonomîa econômica o polîtica, Israel ha significado este “retraso” y “subdesarollo”. Mediante la guerras de 1948, 1956, 1967 y 1973 las contradicciones sociales internas de mundo àrabe son las que se desarollan y resuelven en confrontaciôn con Israel. Con la existencia y la presiôn de los refugiados palestinos, la coacciôn al desarollo impuesta por la presencia israeliana se vuelve coacciôn interna a los paises àrabes. El tramado de las relaciones sociales tradicionales se descompone, revelàndose incapaz de integrar una gran masa de refugiados. El refugiado palestino serà en adelante un proletario a priori. Despùes de 1967, la integralidad del proletariado de Oriente Medio se ve implicado en la tormenta que representa para èl la crisis del modelo de desarollo autocentrado. Israel, que por la hora occupa ya los Territorios, ha llegado a los lîmites de su desarollo capitalista “autosuficiente” basado sobre el”exclusivismo”, la valorizaciôn del trabajo”judio” y los ingresos financieros provenientes de la diaspora, entabla entonces el desarollo de las indùstrias de ensamble y de subcontratos, en la que se utiliza una mano de obra palestina barata: un “dragoncito” que basa su economîa sobre la fijaciôn de una relaciôn de fuerza como potencia occupante. En esta tela de fondo es en la cual la OLP, cuyo presidente desde 1969 es Arafat, surge como ùltimo bastiôn del nacionalismo àrabe. Tràs Setiembre Negro(1970) en Jordania, la intervenciôn de Siria y posterior intervenciôn de Israel en Lîbano en 1975 y 1982, los Palestinos fueron progresivamente eliminados como fuerza autônoma que habîa desestabilizado los diversos sistemas polîticos y sociales de la regiôn. En 1973, la guerra abre una nueva fase en el desarollo del capitalismo en Oriente Medio. El choque petrolero de 1973-74 lo senala estrepitosamente como punto de partida. Empero la intoxicaciôn por la renta asfixia la renta. Esta ùltima circula como ingreso en una economîa fundamentalmente distribuidora, en la que la fuerza de trabajo resulta siempre “demasiado cara”, y donde exceden los grifos de oro maciso. Con la renta, la plusvalîa como ingreso estâ ya dada y tràtase sôlo de apropriârsela. La mano de obra local es pretende a demasiado y hay que substituirle, en las indùstrias y en los navios, una mano de obra inmigrada. Las transferencias de los salarios modifican entonces todas la economîas locales al tiempo que la necesidad de esta circulaciôn de mano de obra, no sôlo baja su coste, sino que significa la incapacidad regional de reproducir, en las relaciones capitalistas existentes, una clase obrera. El sitema entra en crisis en los 80, asfixiado por las deudas accumuladas. En esta fase inicial de la globalizaciôn, con telôn de fondo de petrodôlares, Israel y los Paises Arabes rivalizaron en la manera de reproducir y manejar una fuerza de trabajo asentada sobre su mantenimiento en una situaciôn de relegaciôn hasta revelarse inùtil y ser pues eliminada. La quiebra del marco nacional àrabe y la deslegitimizaciôn del Estado son entonces las base del renacimiento del islamismo. Este ùltimo expresa, organiza y controla la pobreza como tal. Construye el pueblo como una comunidad, por un lado en contra las clases sociales, del otro en contra el ciudadano ( los dos Satanas ). Los”Condenados de la Tierra”(ndt:Damnés de la Terre: texto de la Internacional en fr.), de quienes algunos esperaban la destrucciôn del sistema capitalista “occidental”, se han tornado con la universalizaciôn del modo de producciôn capitalista, los “inûtiles”,” los pobres” que encuentran la expresiôn de su sufrimiento y la forma comunitaria de su rebeliôn en todas las religiones. La revoluciôn de Irân fue el golpe de gracia al nacionalismo àrabe. Sin embargo la direcciôn islàmica expreso ràpidamente que su principal papel era el control social y demogrâfico sobre una àera en crisis. Emprendiô una guerra de diez anos con Iraq, cuya ùnica meta parece haber sido el exterminar reciprocamente una populaciôn excedente, la normalizaciôn de una clase obrera bulliciosa durante la revoluciôn iraniana, mano de obra esencialmente chiîta en las petromonarquîas et y en el sur de Iraq. El nacionalismo de Iraq estaba igualmente basado sobre la circulaciôn de la renta petrolera. Iraq no cuestionaba la economîa de renta sino su aspecto “parasitario”, la contradicciôn de su desarollo consistîa en querer hacer de la renta la base de una economîa nacional. Este pais fue pùes arrastrado a un formidable derroche de gastos militares. El caràcter improductivo de estos gastos es tan sôlo un aspecto particular de la ausencia de objetivos y de proyectos industriales coherentes. Iraq podîa ûnicamente esperar una reactivaciôn de las exportaciones petroleras y no resistiô a la baja del precio del crudo por debajo los ocho dôlares. Iraq de Sadam Husein no es el ûltimo avatar del nacionalismo econômico àrabe autocentrado, es el resultado de las contradicciones y del fracaso, en Oriente Medio, de la integraciôn rentista regional. Con el pleno consentimiento occidental, la integraciôn rentista habîa sometido los proletarios a un proyecto de desarollo que encontraba en la deuda exterior su fudamento y que al finalizar los anos ochenta se habîa vuelto anacrônico. Por todas partes emperaban relaciones sociales especificamente capitalistas y no se encontraba por ningùn sitio su propia dinàmica de reproducciôn. El resultado de la Guerra de Golfo de 1991 garantizô a Iraq este apartamiento del mercado mundial al que pretendîa y al que podîa muy bien resisitir su junta de logreros, gruesos y uniformados. Hace diez anos que los EEUU resolvieron el problema global de la renta a través de su control por el Estado estadounidense y las grandes companîas petroleras. La guerra de 1991 realiza la eliminaciôn necesaria de la figura del rentista como autonomizaciôn de la renta frente a la perecuaciôn general de la tasa de provecho. La victoria estadounidense desconecta la fijaciôn, la circulaciôn y la utizaciôn de la renta de las necesidades, del envite, de las rivalidades y caracterîsticas especîficas( demogrâficas,histôricas,econômicas, sociales,confesionales), inherentes a los lugares de producciôn. Fue un trabajo ràpido, bien echo, en el nombre de toda la “comunidad internacional”.

LA GUERRA ACTUAL Esta soluciôn global pudo estabilizarse, ,pero con la evicciôn de Iraq. Si la guerra de 1991 fue aûn una guerra que se jugô sobre el plano de las relaciones interetâticas, la guerra acrual se proclama abiertamente como momento regional de una “soluciôn planetaria” de los desordenes internos de la globalizaciôn del capital : las fuerzas armadas estadounidenses intervienen en Kandahar, en Mogadiscio, o en Bagdad como en Los Angeles. Los EEUU imponen a sus “partenarios” las nuevas reglas del modo de producciôn capitalista. En el Oriente Medio, como en en todos los sitios, los intereses econômicos de EEUU se situan en una escalada de organizaciôn superior a la de cada Estado de la regiôn ou de la suma de estos. El globalismo de los intereses estadounidenses impone una desconstrucciôn de la soberanidades nacionales y las lôgicas de vecinidad territoriales y una recomposiciôn de los elementos nacionales en ramas funccionales con vocaciôn transnacional sobre las cuales se ejerce el” liderchip natural” de los EEUU en una reunificaciôn de este mundo nuevo balkanizado. “Hôstil a los intereses estadounidenses ” significa todo lo que pueda obstaculizar a la libre circulaciôn del capital : un chantage absoluto sobre las otras potencias econômicas, un control absoluto sibre todos los flujos. Iraq, de por su historia reciente, peso demogrâfico, capacidad de perjudicio militar, reservas petroleras es un obstâculo incontornable para la instalaciôn de tal configuraciôn. Si para los EEUU, el enemigo esta designado bajo el apelativo de “terrorismo”, no se trata solamente de propaganda ” paranoide”. Iraq es tan sôlo un momento del proceso bêlico de antemano definido como recurente, el enemigo no es ya un adversario designado sino la forma lâbil de oposiciôn y de resistencia intrinsecas a la reorganizaciôn de la explotaciôn y de su reproducciôn. El islamismo es el adversario perfecto y designado. El islamismo que fue un comparsa de los EEUU en la quiebra de los nacionalismos ârabes ha desaparecido como proyecto nacional. El islamismo actual resulta del cuestionamiento del marco nacional de la accumulaciôn capitalista y de la situaciôn paradoxal de la reproducciôn de la fuerza de trabajo simultaneamente sometida a condiciones de explotaciôn y de puesta al trabajo determinado por un ciclo mundial del capital y, por eso mismo sometido a la devoluciôn de la “re” creaciôn de las condiciones y marcos de reproducciôn” tradicionales”. Del Mar Rojo hasta la Indonesia, el problema no es una supuesta contracciôn del desarollo capitalista sino ad contrario el enorme desarollo especificamente capitalista desde 25 anos. La resurgencia de comunidades diversas se explica con la dependencias de estas frente al mercado mundial del trabajo. La situaciôn de la fuerza de trabajo es bâsicamente la misma que la de las zonas las mâs desarolladas : la fuerza de trabajo existe frente al capital como fuerza social global. Pero si en las zonas desarolladas esta fuerza de trabajo esta comprada globalmente por el capital y utilizada individualmente, no hay compra global en las nuevas perifêrias. De ahî la importancia de la disciplinarizaciôn de la fuerza de trabajo ( pendiente de la etnizaciôn de su reproducciôn ) frente a un proletario transformado en pobre que reivendica la riqueza en un deseo/odio de los EEUU. De su lado Israel figura de nuevo la coacciôn y la punta de lanza de la historia regional del capitalismo. El sionismo, su capitalismo socialpioniero, su democracia blindada, fallecieron ; el ” dragoncito ” a cuesta de la mano de obra palestiniana ya no echa tantos humos. El equilibrio encontrado al salir de la guerra de Golfo habia conducido Israel a concluir acuerdos (de Oslo y de Paris) que eran ya batante anacrônicos cuando fueron ratificados. La fragmentaciôn comunotarista del Estado israeliano, el empalme alta tecnologîa de su economîa, la capacidad de los otros sectores econômicos en el manejamiento como microflujos sus necesidades de mano de obra a escala local y de manera mâs masiva la mano de obra proveniente de Extremo Oriente, la identidad de su actividad militar y de su polîtica asignan a Israel un papel muy particular dentro del marco regional general cuya instaciôn esta guerra debe accelerar. En Israel la valorizaciôn del capital es ya un encaje de espacios. Los meses que precedieron esta guerra son aquelloos mismos que han visto confundirse al extremo la distincciôn entre guerra y paz que caracteriza el Estado israeliano desde su fundaciôn y el cofinamiento de los Territorios Occupados. De su lado, la Autoridad Palestiniana se encontraba ya delegitimada en el movimiento de concertaciôn contînua con los occupantes que tenîa que instaurarla, se transformo en un rackett sobre la mano de obra y los ingresos provenientes de la ayuda humanitaria. La segunda Intifada estalla no menos contra la occupaciôn capitalista israeliana que en contra la Autoridad palestiniana. Con su devoluciôn hacia una “ghetoizaciôn” con sus solidaridades de proximidad, la sociedad y las luchas palestinianas se etnifican, etnificaciôn totalmente moderna. Allî encuentra su capacidad de sobrevivir a un balance de fuerzas que la condena a ser la lucha de extranjeros en cualquier parte del mundo y la separa del proletariado israeliano. Sin embargo, aûn etnificada, es lucha de clases que opone el Estado de Israel a los Palestinianos, y es en esta lucha de clases que se constituyen conflictualmente las nuevas configuraciones de la reproducciôn del capital.

EL MOVIMIENTO PACIFISTA El movimiento pacifista que se ha manifestado desde los ûltimos meses quiere preservar de los horrores de la guerra a la sociedad concebida como el conjunto de sus vîctimas civiles potenciales. Denuncia y trata de empedir el estallido de la guerra, como si esta debîa aun tener que estallar. Teme el comienzo de un proceso de explosiôn del que los promotores de la guerra serian solamente inconscientes. va repitiendo que la guerra tendrâ consecuencias imprevisibles. ?Imprevisibles? Los manifestantes espanoles, italianos o ingleses ( como los franceses) han perfectamente comprendido la relaciôn entre violencia provocada por la reorganizaciôn social en Oriente Medio y la violencia ya presente y por venir de la relaciôn de explotaciôn. El movimiento pacifista, como tal, està estrictamente al nivel del invite : el compromiso, la gestiôn social de la reproducciôn de la fuerza de trabajo y de su explotaciôn no son ya màs un un cuidado espécifico de la clase capitalista. La guerra es la forma paroxîstica de esta evidencia tan cotidiana :” la gente se toma y se echa”. La sociedad està asustada. El movimiento es pacifista. Se levanta en contra la evidencia de la violencia inscrita en la reestructuraciôn de la relaciones capitalistas, y lo es, ahora, de manera adecuada a este accelerador de la puesta en forma de la reestructuraciôn que es esta guerra. Es una violencia tan evidente que las monjas la entiende. Es un movimiento de masa porque precisamente posse tales caracterîsticas. Pacifista por unanimista, interclasista y consensual. los manifestantes saben que la guerra actual es la expresiôn de una violencia general, sin embargo ningun llamamiento ” a la guerra social” le harà sobrepasar su democratismo radical que lo arrastra a oponerse a la guerra como si fuese esta solo la expresiôn de la voluntad de un pandilla de polîticos cuya ilegitimidad y arrogancia denuncian. El movimiento defiende un manejamiento polîtico y social de los conflictos, la realizaciôn de compromisos y convenios a toda escala, esta en contra la intauraciôn de la cruda violencia, fîsica y éconômica, como regulaciôn de las relaciones sociales, defiende intereses muy concretos y reales compreiendo perfectamente la funciôn general de esta guerra como paradigmo de la puesta en orden mundial. Todas las temâticas del movimiento pacifista se desprenden de esto : la guerra como disfuncionamiento, un desequilibrio que se trata de enmendar con la democracia, por un sobresalto de nuestros Estados ( pero J. Chirac, el dîa que siguiô el estallido del conflicto enmendô su propia posiciôn reconociendo realisticamente que el nuevo orden mundial no podîa ser antiestadounidense), la negociaciôn, el control ciudadano de las instituciones internacionales, la desobediencia civil. Si encuentra por esto su masividad, eso tampien supone que la deba tambien a las fracturas en la clase capitalista mundial que esta crisis revela y su adecuaciôn a algunas fracciones, se construye y existe en esas fracturas es lo que le confera su unanimismo legitimândolo… queriendo o no. Sin embargo, si la “communidad internacional” estâ dividida por el golpe de fuerza estadounidense, està absolutamente unida en cuanto a los medios de represiôn puestos en obra por todos los paises. De este punto de vista, “en el frente interno”, el paisaje internacional es unîforme. Todos los Estados, escuchan, emocionados el llamamiento a la razôn del Papa y de todas las Iglesias, pero el ejército y la policia son los que intervienen en contra quienes sobrepasan el plan de lo “simbôlico”, vale decir los que cuestionan en la vida de todos los dîas, las transformaciones de la relaciôn de explotaciôn cuya guerra es precisamente la puesta en forma accelerada. La reestructuraciôn conmueve y trastorna todas las combinaciones sociales, todas las relaciones sociales basadas sobre el capital, creando asî una oposiciôn social a estos trastornos multiples y encadenados. El movimiento pacifista es una oposiciôn social a la reestructuraciôn, empero es sôlo eso :una oposiciôn social. Se opone al trastorno social, pero la sociedad es tan sôlo el resultado ûltimo del proceso de producciôn en el cual el origen de este resultado, el proceso de producciôn como proceso de explotaciôn, ha sibo abolido, se ha esfumado de si mismo. Resulta de esto una cosa paradoxal : si el movimiento pacifista es realmente una oposiciôn a la reestructuraciôn, la clase obrera no ha manifestado un interes inmediato por participar a este. En EEUU, los dockers huelgistas de la costa oeste ha seguido cargando buques militares, en Gran Bretana, los trade unions no piensan utilizar el descontento anti Blair sino por intentar arreglar sus cuentas con el New Labour, en Italia las banderas “Pace” se rarefican mientras uno se aleja de los centros urbanos y la CGIL es mâs que tîmida en sus llamadas a la huelga. Esta paradoja es el de la generalidad social que, en su constituciôn realizada, borra su proceso propio de realizaciôn como resultado del proceso de producciôn. Lucha de clase y movimiento social no se excluyen, se compenetran, pero nunca se identifican. En la oposiciôn en contra la unipolaridad estadounidense, el pacifismo ha puesto en forma un oposiciôn conforme a la reestructuraciôn donde la lucha de clase desapareciô en su resultado: el movimiento social.
P.-S.
Notes

[1] Oriente Medio 1945 2002 Historia de una lucha de clases – Theo COSME. Ediciones Senonevero

[2] Alain Joxe: “L’empire du chaos”
“Théorie Communiste” y“Alcuni fautori de la communizzazione”.

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