“La contradicción y su doble”
Traduction en castillan, par un camarade de la page facebook « Spirit of Contradiction », du texte “La contradiction et son double”, de Amer Simpson publié initialement sur notre site en novembre 2013
La contradicción y su doble
En el editorial del nº3 de Endnotes puede leerse esta crítica de Théorie Communiste: «En su intento de conciliar un enfoque feminista basado en dos sistemas con su teoría desarrollada previamente, TC se pierde en un debate interno acerca de cuántas contradicciones hay en la sociedad moderna.»
Personalmente, no creo que Théorie Communiste pretenda averiguar cuántas contradicciones hay en la sociedad moderna, sino cómo las cuestiones de género pueden articularse con la totalidad de la explotación que es la contradicción sin hacer desaparecer las clases, como al final parece acabar haciendo Endnotes: «Para nosotros, no tiene mayor sentido hablar de conflicto entre obreros y capital que de conflicto entre mujeres y hombres.»
La contradicción que constituye la explotación en el modo de producción capitalista siempre tiene por fundamento la relación trabajo/plustrabajo, aunque pueda materializarse en el valor y adoptar, por tanto, la forma fetichista de una «contradicción entre valor de uso y valor cambio», en palabras de Endnotes. Esto se debe a que el capital necesita aumentar la proporción de plustrabajo en relación con el trabajo necesario, que disminuye sin que deje de ser necesario que el proletariado sea la clase que está de más y que por consiguiente está en condiciones de abolir las clases aboliendo el capital. En este caso, hablar de la contradicción entre «trabajo y capital» es hablar de la contradicción como una totalidad que se escinde y uno de cuyos polos produce como contradicción interna al otro y que hace que éste extraiga toda su existencia y razón de ser de esta contradicción; sin la contradicción entre «trabajo y capital» ya no existiría contradicción en tanto explotación, sino sólo una contradicción que «origina numerosas contradicciones en las sociedades capitalistas, entre ellas el antagonismo de clase». Al contrario de lo que dice de Théorie Communiste, Endnotes no pretende saber cuántas contradicciones hay, ya que la contradicción se resume en muchos antagonismos que desbordan y ahogan la propia contradicción de clase: «la raza, el género, la sexualidad, nación, profesión o calificación, la fe religiosa, la condición migratoria, etc.»
Es más, en esta confusión cuyo truco de magia consiste en hacer aparecer una contradicción haciendo desaparecer las clases, Endnotes pretende ante todo hacernos creer que responde a la cuestión de género sin haberla planteado siquiera. En este caso, no se trata tanto de saber cómo se articula y se reactiva la cuestión de género en la sociedad capitalista «en relación con la lógica del capital», sino por qué la relación de género existe y cómo se articula con la relación de clase como una única totalidad contradictoria. Al plantear el género como un antagonismo social entre otros, que se articula y reactiva en relación con el capital, Endnotes vuelve a entroncar con la noción de que la cuestión de género es una cuestión secundaria en comparación con la cuestión de clase… A no ser que se hagan desaparecer las clases en un concepto de antagonismo social que ya no tenga nada que ver con el capital.
Por lo tanto, y para no quedar relegada a un rango secundario, la cuestión de género debe plantear la contradicción como una dinámica que no sólo produce la relación de clase, sino también y al mismo tiempo una relación de género. Sólo es posible hablar de dos contradicciones, como hace Théorie Communiste, planteando la contradicción constituida por la explotación como una dinámica que produce tanto la relación de clase como la relación de género. De hecho, y para evitar cualquier malentendido, no se trata de dos contradicciones independientes y autosuficientes, sino de una contradicción que desdobla conservando la misma dinámica, que es la explotación; pues, a fin de cuentas, trátese de la cuestión de género o de la de clase, para comprender el desdoblamiento de la contradicción siempre hay que partir del trabajo y del plustrabajo.
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CUANDO LA RELACIÓN DE GÉNERO ENGENDRA CLASES
Ahora bien, cuando se trata de desdoblamiento de la contradicción, hay que comprender ésta como una contradicción producida por dos relaciones diferenciadas que se engendran mutuamente y nos sitúa ante dos contradicciones… Para que no digan que vemos doble. Fundamentalmente, la contradicción posee una única dinámica, pero ésta se encuentra en dos relaciones que se engendran mutuamente y de forma simultánea: relación de género y relación de clase. La idea de que la contradicción se presenta simultáneamente en dos relaciones es muy importante, porque no se trata de saber qué relación engendra primero a la otra, sino de entender cómo se produce la contradicción en cada una de estas relaciones.
Por lo que respecta al género, la contradicción se presenta como un antagonismo de clase, ya que es producto de una jerarquía entre dos categorías sexuadas de personas. Como señala Christine Delphy, no es la categoría Mujer la que crea la oportunidad para una jerarquía de los sexos, sino la relación jerárquica real la que crea un grupo subordinado sobre la base de una categoría sexual: las mujeres. La división sexual y asimétrica de la comunidad en las categorías Hombre/Mujer es el producto necesario de una relación jerárquica que tiene como fundamento la explotación del trabajo de las mujeres. Si a las mujeres se les asigna un conjunto de actividades restringidas que las definen y que ellas no tienen ni el poder de definir ni de elegir, es porque están inmersas en una relación en la que la producción de plustrabajo es la fuente de sus actividades, que se convierten consecuentemente en trabajo. En este caso, ese plustrabajo se presenta como lo que hace que existan relaciones sociales; políticamente, puede tomar la forma de la supervivencia de la especie, la tradición de los ancianos, la ley divina, etc.; económicamente, se trata de la división sexual del trabajo y de la distribución desigual de la riqueza y el poder. En resumen, se trata de la objetividad de una comunidad que domina a sus miembros, en particular a las mujeres.
En el marco de la relación de género, el plustrabajo se convierte en privilegio y poder para los hombres. Existe, por tanto, explotación de una clase por otra, ya que los hombres se benefician sin lugar a dudas del trabajo de las mujeres: porciones mayores de alimento y a menudo de mejor calidad; salarios más altos por el mismo trabajo; acceso privilegiado a las herramientas y a los espacios más prestigiosos; actividades rituales y ceremoniales que consumen más riqueza; trabajos más nobles y que conllevan más reconocimiento; libertad de movimiento fuera del territorio para la caza y la guerra; monopolio de las funciones gubernamentales, y así sucesivamente. Eso sin contar el trabajo no remunerado de las madres en el seno de la familia y los intercambios económico-sexuales que van mucho más allá del simple trabajo sexual. En todos estos ejemplos, se trata claramente de una relación de clase engendrada por una relación de género o, dicho de otro modo, de que la relación de género produce necesariamente la relación de clase como doble diferenciada dentro de la cual aparece la contradicción.
CUANDO LA RELACIÓN DE CLASE ENGENDRA GÉNEROS
A la inversa, en lo que respecta a las clases, la contradicción se presenta como un antagonismo de géneros, pues la categoría Mujer es una necesidad fundamental para la reproducción de la explotación. De hecho, la explotación del trabajo con el fin de producir plustrabajo no puede llevarse a cabo sino mediante la reproducción de las condiciones fundamentales de esta explotación: la población como principal fuerza productiva. En este caso, al contrario de lo que ya he dicho en otro lugar (cf. De la reproduction du prolétariat), reproducir las condiciones de renovación de la explotación no consiste sólo en reproducir la fuerza de trabajo; consiste en reproducir todo lo que hace posible la disponibilidad y explotación de la susodicha fuerza de trabajo. Es decir, en todo el conocimiento acumulado que se concreta en las herramientas y máquinas, así como en la organización del trabajo; en el nivel de cooperación y de intercambio en el seno de la comunidad que permite un cierto desarrollo de la producción y la distribución; y por último, en la cantidad y calidad de la fuerza de trabajo disponible. Todos estos factores tienen por fundamento la actividad general de la población; de ahí que la población sea la principal fuerza productiva y su incremento sea la garantía de una mayor cantidad de trabajo convertido en plustrabajo.
En el marco de la relación de clase, el plustrabajo se convierte en un límite para el desarrollo de las fuerzas productivas y por tanto para el incremento de la población. La condición necesaria para ello, que ellas sufren en toda su violencia y explotación, es la apropiación de las mujeres, de sus cuerpos, y su asignación exclusiva a actividades procreativas y de maternidad. Como ha demostrado muy bien Paola Tabet, los hombres hacen todo lo posible para maximizar los períodos de fecundidad de las mujeres, y la poligamia representa la culminación de este proceso de maximización. En el marco de la relación de clase, la contradicción se presenta como sobrepoblación debido a la necesidad de dicha relación de hacer que las mujeres trabajen en la producción de niños. El exceso de población es la manifestación concreta de la contradicción en la relación de clase, pues la relación de género es la doble diferenciada de ésta en la que aparece la contradicción. Aquí Endnotes no tiene en cuenta todas las implicaciones que encierra para la cuestión de género esta sencilla frase que cita en su texto: «La población obrera, pues, con la acumulación del capital producida por ella misma, produce en volumen creciente los medios que permiten convertirla en relativamente supernumeraria.»
Por último, parece que la contradicción sea un tanto cuántica: no sólo aparece en dos relaciones a la vez, sino que aparece que dentro de cada una de ellas como su doble diferenciada… Por supuesto, en todo esto queda mucho por ahondar.
Amer Simpson
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