Nuit debout, le 49-3 et la démocratie
Extrait à chaud d’un texte en cours d’écriture, provisoirement intitulé “Nuit debout dans le mouvement contre la loi Travail”.
Le 10 mai 2016, alors que le gouvernement annonce le recours au 49-3 pour faire passer son texte, la Nuit debout parisienne joue pleinement son rôle politique d’encadrement citoyen en appelant à un rassemblement « spontané » (terme utilisé en remplacement de « sauvage », trop connoté), pacifique et « à visage découvert », devant l’Assemblée nationale. L’encadrement n’est pas une structure autoritaire : il se contente de placer les luttes à leur point le plus bas, là où elles finissent de toute façon quand elles échouent, il saisit la tendance et s’en empare, il l’exprime et la valorise, il fait de l’échec un programme.
Appeler le mouvement à un rassemblement devant l’Assemblée, pour contester le recours «antidémocratique» au 49-3, c’est créer une fixation autour de la démocratie dans sa critique interne : les députés, de droite comme de gauche, sont alors requalifiés en dignes représentants du peuple, bâillonnés par un exécutif totalitaire. Dénoncer le recours au 49-3 comme un « déni de démocratie », c’est affirmer le caractère démocratique du mouvement, c’est l’enfermer dans les formes de la revendication citoyenne. C’est l’amener à répéter les propos de Hollande contre le recours au 49-3 en 2006, en pensant pointer une contradiction interne, là où il n’y a que critique interne, sans que personne ne se pose la question : comment en arrive-t-on à faire siennes les paroles de l’ennemi ?
Mais si le recours au 49-3 appelait en effet une réaction (laquelle réaction a bien eu lieu partout ailleurs en France comme à Paris : blocages, manifestations sauvages, destructions de biens), c’est simplement parce qu’il est un outil permettant de faire passer la loi plus vite que l’Assemblée ne l’aurait fait : que la loi passe par vote ou par décret ne change rien à son contenu. Le mouvement n’a jamais défendu aucun des amendements proposés par les députés et s’est toujours, à juste titre, montré indifférent au travail législatif autour de ce texte : il a toujours demandé le retrait pur et simple. On n’attendait rien de l’Assemblée nationale, et voilà qu’on nous la présente comme le lieu de la démocratie offensée.
Là où on refusait le texte en raison de l’attaque qu’il constituait contre nos conditions de vie, on se retrouve dans la positivité de la défense d’un processus démocratique fantasmé. C’est alors une démocratie idéale, toujours bafouée et pour cela toujours légitime, qui vient idéologiquement se superposer à la démocratie réelle, existante, celle que nous subissons tous les jours. Le mouvement de refus de la loi El-Khomri nous engageait sur les questions du travail, du travail des femmes, de l’emploi des jeunes et de la précarité, sur l’asymétrie de notre relation de « travailleurs libres » face au capital, et sur la forme répressive que prend cette asymétrie. Par l’intervention de Nuit debout il acquiert sa pureté politique et nous engage en tant que « citoyens », c’est-à-dire en tant que sujets démocratiques, jamais spécifiés socialement. La figure socialement neutre du citoyen vient alors masquer toutes les assignations de classe, de genre et de race qui nous font exister comme sujets réels. Électoralement, une voix en vaut une autre, et nous sommes tous égaux.
Le 10 mai 2016 au soir, l’Assemblée est devenue le fétiche autour duquel Nuit debout appelait le mouvement à se rassembler : autour de ce bâtiment aux allures de temple grec ou d’édifice mussolinien, on pouvait « faire peuple ». La police n’était là que pour prouver l’illégitimité du pouvoir, et pour démontrer la légitimité du mouvement. Mais il ne s’est rien passé, il ne pouvait rien se passer, il n’y avait rien à faire, et pas seulement pour des raisons tactiques. L’image qui restera de cette soirée, ce n’est pas la manif sauvage gazée et matraquée sur les quais de Seine, ce sont ces jeunes gens portant un morceau de scotch collé sur la bouche, avec « 49-3 » écrit dessus, comme le signe inconnu de leur propre impuissance. (…)
AC
Pas grand chose à dire sur le fond du texte, y a de bonnes pistes à creuser…
Mais sérieux vous aussi vous vous mettez à parler de “race” comme ça, comme un cheveu sur la soupe?
Si c’est ça vous semble si théoriquement important pour analyser le mouvement sur la loi travail alors il faudrait un peu développer la question.
Parce que sinon ça fait vraiment “on prend un truc à la mode plus facile à utiliser que les analyses de classe interne au prolétariat”
Une camarade française nous a fait parvenir la traduction en castillan du texte, Nuit debout, le 49-3 et la démocratie,vérifié par un camarade de Barcelone et une petite partie à la fin sur le contexte général.
El 10 de mayo, cuando el gobierno anuncia el recurso al artículo 49-3 (la imposición por parte del gobierno de una ley sin votarla en el congreso de la República) para imponer la ley contra lxs trabajadores “EL KHOMRI”, la “Noche de pie” (1) de París desempeña totalmente su papel político de dirección ciudadana cuando convoca a un plante “espontáneo” (término para no decir el habitual “salvaje” porque “salvaje” sería excesivo para Noche de pie), pacífico y a cara descubierta frente al congreso de la República (la “asamblea nacional”). La dirección no es una estructura autoritaria: se contenta con situar la lucha en su nivel más bajo, es decir, situarla en el nivel donde está cuando la lucha fracasa… esta dirección toma la tendencia y se apodera de esta, y hace del fracaso un programa.
Convocar al movimiento a un plante frente al congreso para impugnar el recurso al 49-3 antidemocrático, es poner el acento de su autocrítica sobre la “democracia”: los representantes de la cámara, sean de derecha o de izquierda, quedan entonces meramente recalificados como dignos representantes del pueblo, acallados por el ejecutivo totalitario.
Denunciar el recurso al 49-3 como una “denegación de democracia”, es plantear el carácter democrático del movimiento, es encerrarlo en la forma sencilla de una reivindicación ciudadana. Es conducirlo a repetir el discurso de Hollande (presidente de izquierda) en 2006 cuando estaba se opuso al recurso 49-3 del gobierno de derecha, pensando apuntar una contradicción interna, sin que nadie se pregunte: ¿cómo es posible reapropriarse del discurso del enemigo y hacerlo nuestro?
Pero si el recurso al 49-3 suscitó una reacción (reacción que se produjo por doquier en otras partes de París y en muchas ciudades: paros, marchas salvajes, destrucción de propiedades), fue solamente porque es una herramienta para publicar la ley de manera más rápida que a través del congreso, que lo hubiera hecho de todos modos: que la ley sea aprobada mediante el voto o mediante el recurso al 49-3 como decreto del gobierno… no cambia en nada su contenido.
El movimiento nunca defendió ninguna de las enmiendas propuestas por los representantes a la cámara. Siempre se mostró indiferente, como debe ser, al trabajo legislativo sobre el texto de ley. Siempre pidió su retirada completa. No esperábamos nada del congreso… y ahora este se presenta como sede de la democracia ofendida…
Donde rechazábamos el texto por el ataque que constituía contra nuestras condiciones de vida, estamos en la defensa de un proceso democrático fantaseado. Es decir una democracia ideal, siempre ofendida, y por eso mismo siempre “legítima”, que viene a superponerse ideológicamente a una democracia realmente existente, y a la que aguantamos cada día.
El movimiento de rechazo de la ley El Khomri nos involucraba en las temáticas del trabajo, del trabajo de las mujeres, de los jóvenes y de la precariedad, en la asimetría de nuestra relación de “trabajadores libres” frente al capital, y en la forma represiva que toma esa asimetría.
Gracias a la intervención de “Noche de pie”, el movimiento adquiere su “pureza” política y nos involucra como “ciudadanos”, es decir como súbditos democráticos jamás especificados socialmente. Así que la cara socialmente neutral del ciudadano viene a ocultar todas las pertenencias de clase, de género y de raza que nos hacen existir como ciudadanos reales. Efectivamente, con el voto, cada voto es igualito a otro voto, con lo que las desigualdades no son reconocidas.
El 10 de mayo, el congreso se volvió el fetiche alrededor del cual “Noche de pie” concovaba al movimiento por un plante: alrededor de este edificio con pinta de templo griego o de edificio de Mussolini, la idea era “hacer pueblo”. Los anti-disturbios estaban acá solamente para evidenciar la ilegitimidad del poder y legitimar el movimiento “ciudadano”. No pasó nada más, se aseguraron de que no hubiera nada más, y no solo por razones tácticas. La imagen que quedará de esta noche, no es la de una marcha salvaje gaseada y atracada por los anti-disturbios sino unos jóvenes de Noche de pie con una cinta en la boca en la que pone 49-3 … tal es el signo desconocido de su propia impotencia […]”
AC
“Desde 2010 (al momento de la ley sobre las pensiones de lxs jubiladxs) hubo algo fundamental que dio un vuelco. […] une profunda crisis moral en la que ahora vive Francia. El Estado ya no es reconocido como tal, la inmensa máquina que transforma mediante todos sus engranajes, instituciones, fuerzas de represión, el interés particular de una clase de la sociedad en el interés general, ya no es reconocido como tal porque eso ya no funciona. Como un ambiente de fin de reinado. Como la máquina está agarrotada a fuerza de “luxleaks” y de “papeles de Panamá”, nadie cree ya en un poder que hace el contrario de lo que dice. Sarkozy (ex presidente de derecha) provocaba el odio, Hollande provoca risa y desprecio. La violencia sin rodeos es la respuesta de quien es despreciado. Lo fue desde el principio y sin florituras. Cuando la máquina que transforma lo particular en universal está agarrotada, solo queda lo que siempre hay escondido detrás de ese universal: el garrote.”